El Catrin
Persona fina y refinada,
elegante, de buen gusto y sobre todo rico, si, esa es la percepción que tienen
los demás de mí, porque yo quiero que la tengan y he creado esa imagen falsa
desde hace tiempo ya.
Todo comenzó cuando me gane
la lotería, pero por vanidad decidí decir que, por herencia de mis ricos padres
tenia fortuna, eso dije cuando me mude recién a esta costosa ciudad y mis
vecinos me creyeron, me creyeron tanto que comenzaban a ser más amables conmigo
y yo me divertía a cuesta de ellos.
Más los excesos fueron
acabado moneda tras moneda y la huella de aquella fortuna solo está impresa en
la fachada de mi casa, cuyo interior está casi vacío, he vendido los muebles…
¡pero lo he hecho muy lejos de aquí para que nadie los reconociese! Nadie podrá
señalar aquel bello reloj de péndulo en el estante de alguna tienda de segunda
mano y decir “oh, ¿Qué no es el reloj del Catrín? ¿Y ese? ¿No era el sillón de
piel de su sala, disque importado de Austria? Moriría de vergüenza.
No tengo opción más que salir con mis pocas ropas
elegantes a la calle y fingir felicidad y mientras me paseo por las calles con
gracia, de reojo miro los letreros de las fábricas “se solicita personal”.
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