viernes, 17 de mayo de 2013

El Catrin (estampa de lotería, cuento)

El Catrin

Persona fina y refinada, elegante, de buen gusto y sobre todo rico, si, esa es la percepción que tienen los demás de mí, porque yo quiero que la tengan y he creado esa imagen falsa desde hace tiempo ya.
Todo comenzó cuando me gane la lotería, pero por vanidad decidí decir que, por herencia de mis ricos padres tenia fortuna, eso dije cuando me mude recién a esta costosa ciudad y mis vecinos me creyeron, me creyeron tanto que comenzaban a ser más amables conmigo y yo me divertía a cuesta de ellos.
Más los excesos fueron acabado moneda tras moneda y la huella de aquella fortuna solo está impresa en la fachada de mi casa, cuyo interior está casi vacío, he vendido los muebles… ¡pero lo he hecho muy lejos de aquí para que nadie los reconociese! Nadie podrá señalar aquel bello reloj de péndulo en el estante de alguna tienda de segunda mano y decir “oh, ¿Qué no es el reloj del Catrín? ¿Y ese? ¿No era el sillón de piel de su sala, disque importado de Austria? Moriría de vergüenza.
No tengo  opción más que salir con mis pocas ropas elegantes a la calle y fingir felicidad y mientras me paseo por las calles con gracia, de reojo miro los letreros de las fábricas “se solicita personal”.





El alacrán (estampa de lotería)

El alacrán.

Es desconcertante para ti, saber que puedo estar oculto entre las sombras, o quizás no, quizá simplemente aguardo debajo de algún lugar insospechado para ti, que encuentro cómodo, eso te aterra.
Vario entre colores, desde el más pálido hasta el negro como el azufre, me queda claro que entre mas oscuro sea, mas incomodo te pongo....¿o era entre mas claro mas incomodidad sientes?... no lo recuerdo, no me preguntes, solo soy un arácnido.
Yo también sentiría miedo, se que no soy agradable a la vista, en especial por mi par de pinzas y mi peligrosa cola, porque es venenosa, pero no te preocupes por mi, preocúpate por ti, porque eres el ser mas peligroso del mundo, si, tu, humano, yo solo soy un alacrán.


Concepción de la muerte, en Pedro Páramo


La concepción de la muerte en Pedro Páramo.

Es difícil describir Pedro Páramo de Juan Rulfo, he de decir que me causo problemas el salto de diálogos entre persona y personas, hay veces incluso donde tenía que releer para comprender lo que sucedía. Así pues esta novela es complicada de leer primeramente, pero al terminarlo me creo grandes reflexiones e incluso he dudado si están vivas las personas que frecuento, eso sí, es una gran novela que volvería a leer gustosamente, quizá así, podría darle otro sentido al libro y notar detalles que pase de largo.
Algo que sobresale en este libro es la concepción de la muerte, ¿Por qué? Porque todo el libro habla de ella, comenzando primeramente por el mismo Pedro Páramo, el cual ya está muerto.
Generalmente se tiene la concepción de que al finalizar nuestras vidas, iremos a un lugar mejor a dejar a sufrir, en Pedro Páramo esto no sucede, aunque los mismos personajes tengan la esperanza de que así sea.
La mayoría del pueblo está muerto y deambula por el mundo de los vivos, dependiendo de sus oraciones para calmar sus penas y son ellos mismos quienes cuentan las historias de las personas que antes habitaron allí  y de sus actos.
La muerte es el eslabón que vincula el pasado y presente de los personajes, al penar por todo el pueblo las animas de los muertos por años, dan testimonio de no solo de sus vidas, si no de las demás.
Atrapadas en Comala  no hacen más que deambular esperando ser escuchadas y hasta ayudadas, pero no hay quien pueda ayudarlas ya que el único sacerdote del pueblo que podría ayudarlas, está atrapado en el pueblo mismo, sin poder ayudarse siquiera.
La muerte no es liberadora como se espera, es por ello que conviven en un mismo espacio vivos y muertos, haciéndose difícil diferenciar a unos de otros, Los muertos se encuentran incapacitados de abogar por su propia causa y por eso se convierten en dependientes eternos de los vivos.

Liliana Guadarrama 

Texto autobiografico


(En realidad, no es mi autobiografía, pero es la de un personaje que yo he creado)


Dies Irae
(Escribo esto, para demostrar que no he perdido la razón, soy consciente de mis actos)
Lucio Cromwell, abril, 2013.



Soy un perfecto caballero inglés, tengo modales y educación estricta por parte de mis padres, no suelo hablar de la riqueza en la que nací como una virtud, pero es importante mencionarla pues gracias a ella pude tener acceso a las mejores escuelas de Londres. Terminaba el siglo XIX y mi país pasaba por una buena época en la que cualquiera podría hacerse rico, gracias a la obra de mano barata en fábricas.
El crecer entre lujos puede parecer la mejor de las vidas, más el estricto régimen bajo el que estaba, entre saber comportarse con cierto tipo de gente y la presión de ser hijo de uno de los mecenas más ricos de la ciudad, forjaron en mí, un temperamento caprichoso, por no decir vanidoso…ególatra y orgulloso.
Siempre desee dedicarme a las letras, pues hallaba interesante la pasión que llegaba a derrochar  simples palabras, más mi padre eligió carrera por mí, alegando que era más honorable tener a un doctor en la familia que a un simple escritor.
Así fue como fui enviado a Sussex a estudiar en una cómoda “casa de campo” que asemejaba más a una opulenta mansión, vanidad de mis padres, desde luego.
El tiempo pasaba lento en aquel lugar apenas urbanizado, mis vecinos más cercanos eran los obreros de las fábricas, junto con los ferrocarrileros y también, aquellos jóvenes chicos, sucios de rostro y manos, que cargaban carbón a cuestas bajo el aturdidor sol. Siempre los observaba en las mañanas, cuando tomaba mi desayuno en el jardín de mi casa, mentalmente burlándome y menospreciándolos por su precario modo de vida. Era entretenido observarlos pues siempre estaban presentes en las calles, día a día, noche a noche y yo…siempre los miraba…entonces, lo supe.
Dirigí mi galantería hacia los hombres, en secreto, no era algo que causara malestar, al contrario, aceptar mi anormal gusto por los hombres me hacía libre.
Mi historia comienza aquí, cuando entre todos esos trabajadores, lo note, era pelirrojo, no mayor de 14 años, yo en ese entonces rondaba los 17. Memorice su horario, su rutina de trabajo, lo miraba desde detrás de las rejas de mi jardín, me gustaba el rubor de sus mejillas al sentirse observado.
Fue fácil tenerlo cerca, pues mande a la sirvienta a ofrecerle trabajo, acepto, fue mi jardinero.
No quiero detallar mucho pues aunque recuerdo todo con claridad no tengo…deseos de mencionarlo.
Mencionare que teniéndolo cerca, lo seduje, fue fácil, pues  me se apuesto, rubio, alto, delgado…y rico…todo está a mi favor y él… visiblemente novato en esos temas…cayó. No paso mucho tiempo en el que pase de “encapricharme” con él, a obsesionarme y…finalmente lo inevitable… enamorarme. Me correspondió, me correspondió todo, no como un idiota, si no como el ser inocente e ingenuo que siempre lo considere. Fuimos felices.
Años en armonía pasamos en secreto, más la fatalidad llego a mis manos en forma de carta, mis padres me habían comprometido con la hija de un rico banquero y yo… estaba forzado a corresponderle.
Así el 2 de febrero de 1887, en una catedral a las afueras de Londres, celebre mi dolorosa boda, pero fingí bien. Ella era hermosa y cautivadora, una dama de sociedad,  sin embargo, no sentía por ella más que desprecio y lastima. Quería vivir conmigo en Manchester, acepte y sugerí que se adelantara, con la excusa de regresar a Sussex a arreglar “asuntos pendientes”.
Fue demasiado tarde. Desafortunadamente mi pelirrojo amor se enteró de todo, dejo una nota en la cama, decía “en otra vida quizás”, por horas lo busque, hasta hallarlo… o mejor dicho, hallar lo que alguna vez fue el, desmembrado en las vías del tren. Nunca lo supere.
No fui nunca a Manchester, jamás volví a ver a mi esposa, no me intereso buscarla, pues no me sentía unido a ella por algún sentimiento.
Volví a Londres, a refugiarme de mi dolor, lejos de mi familia... lejos de conocidos…lejos de la gente hipócrita que no me comprendía y solo me juzgaba. Ahogado en dolor llego a mi mente la más loca y oscura de las ideas. ¿Sería posible? … un pacto maldito… ¿me haría verlo de nuevo?..
La información en libros no bastaba, tuve que buscar por toda la ciudad a alguien que me…guiara en el macabro ritual.
Lo imposible se revelo ante mis ojos. Aquellas historias del príncipe de las mentiras eran verdad, el existía y ansiaba sangre. Firme su convenio, alargaría mi vida tanto como yo quisiera, hasta volverme a encontrar con él, mi muerto amor…
Cumplí lo que me pidió. Sangre femenina. Tuve que viviseccionar, apoyado en mis conocimientos médicos y después…asesinar. La prensa rápidamente me menciono en sus páginas, lo sé, lo que hice con esas prostitutas, no era benévolo, pero tenía que hacerlo…tuve que hacerlo.
Jack el destripador, me llamaron, no era un halagador apodo, pero no negare que lo merecía, corría el año de 1888...
Mi vida hasta ahora ha sido quieta y tranquila y no me arrepiento de mis acciones, pues han valido la pena, aunque de vez en cuando viejos espíritus me atormentan...viejos espíritus femeninos mejor dicho. Por ahora es todo lo que diré  quizá en otra ocasión podamos hablar tranquilamente....

Saludos señor lector.
Lucio Cromwell



Escrito por una gallina


(Texto ordenado)

Lo que pasa con nosotras es exaltante. Hurra! Rápidamente estamos posesionadas del mundo. Era un cohete aparentemente inofensivo desde Cabo Cañaveral por los americanos. Por razones desconocidas se desvió de órbita y probablemente al rozar algo invisible la devolvió a la tierra. Paf! nos cayó en la cresta, y de golpe entramos mutación. Estamos aprendiendo la tabla de multiplicar rápidamente, somos muy dotadas para la historia de literatura, un poco menos química, desastre hasta ahora deportes, pero no importa: de gallinas será el cosmos, que carajo.